Vamos al grano: el principal problema de la educación profesional en España —sí, en universidades públicas, privadas, escuelas de negocio y demás templos del powerpoint— es que está infestada de “profesores” cuya única experiencia profesional es… enseñar.
¿Y eso qué implica?
Pues que gran parte del conocimiento que se transmite a los estudiantes está basado en teorías descontextualizadas, marcos conceptuales sacados de manuales anglosajones de los años 90 y metodologías que jamás han sido puestas en práctica por quienes las predican.
Y no solo eso, sino que además alardean de ello como si fueran gurús del marketing, la gestión empresarial o el emprendimiento. Penoso.
Vamos, lo que en el mundo real se llama humo.
Humo académico, pero humo al fin y al cabo.
El problema no es la ignorancia: es la arrogancia
Y ojo, que esto no es un ataque a quien enseña desde el reconocimiento de sus límites. Tener humildad intelectual y ser honesto acerca de tu experiencia real merece respeto.
Si reconoces que:
- No te has batido el cobre por ganar un cliente en el mercado.
- Nunca has fracasado con una campaña real.
- Jamás has negociado un presupuesto con una pyme o una multinacional.
- No has vivido el vértigo de pagar nóminas con una caja temblando.
- Y un largo etcétera de batallas y golpes.
Entonces, y solo entonces, puedes asumir el papel de facilitador, de guía. Puedes aportar claridad conceptual, referencias, perspectiva.
Y eso es valioso.
Muy valioso.
Pero…
(Aquí viene lo que muchos no se atreven a decir en voz alta, señalando además un caso real y concreto, por si hay dudas.)
Si llevas trece años dando clases en una universidad pública de provincias, como, por ejemplo, León; te colocas en una universidad privada como, por ejemplo, la UOC, sin haber pisado jamás el barro del mercado; encima, miras por encima del hombro a tus alumnos con actitud de pseudo-gurú académico; mientras la universidad privada de turno vende «una enseñanza centrada en la realidad del mercado» pero te permite a ti tener una actitud de menosprecio y ninguneo hacia tus estudiantes…
Entonces, querido profesor, debo decirte que eres un meme andante.
Un patán.
(Además de mala persona y un profesor pésimo, ya que alardear de cómo suspendes o de las notas que te gustaría poner no habla de los malos estudiantes que tienes… habla de lo mal profesor que eres.)
Sí, tú:
- Que repites marcos teóricos como si fueran dogmas.
- Que hablas de “branding” y de “ecosistemas de innovación” como si realmente hubieras vivido alguno en carne propia.
- Que pones ejemplos que crean una presencia en Roblox con un evidente fracaso como resultado, presentándolos como modelos a seguir.
- Que suspendes a quien te hace un análisis serio fundamentado en datos, porque no responde según «tu» teoría.
- Que pretendes aparentar un estatus profesional de experto sin haber vendido ni un maldito producto fuera del aula.
- Que solo aceptas tus propias respuestas como válidas, sin permitir que los estudiantes cuestionen o aporten.
- Que amenazas a tus estudiantes si los pillas usando ChatGPT pero luego tú… das a sospechar que lo usas para tus «respuestas de ejemplo» (al menos, eso dice el analizador de textos).
Tú, que desprecias lo aplicado, lo real y lo callejero.
Eres parte del problema.
(Y ya que estamos, las universidades privadas deberían revisar con lupa sus procesos de contratación, porque muchos de estos perfiles que provienen de la universidad pública solo buscan blindar su estatus sin aportar un gramo de visión práctica a los futuros profesionales, además de arrastrar pésimos hábitos como docentes.)
Academia ≠ Autoridad (cuando no se pisa la calle)
Peter Drucker lo dijo con claridad:
“Knowledge has to be improved, challenged, and increased constantly, or it vanishes.”
Y si no has salido nunca del despacho, si no sabes cómo huele el miedo a no facturar este mes, si nunca has vivido el vértigo de emprender con cero garantías… de no poder pagar las nóminas o de vivir una inspección… de equivocarte en una decisión que lo pone todo en riesgo, entonces, no tienes ni idea de lo que pasa ahí fuera.
¿Y aún así vas a hablarle a jóvenes sobre “emprendimiento”?
¿Sobre “modelos de negocio”?
¿Sobre “retorno de inversión”?
No.
Tú puedes enseñar teoría.
Pero no dictes cátedra, simplón.
El salario del día 28
Porque claro, es fácil hablar de riesgo empresarial, de estrategias de marketing y de cultura de empresa desde el confort de un salario fijo que cae puntual el día 28. Sin presión, sin competencia, sin necesidad de innovar ni de sobrevivir en un entorno cambiante.
Mientras, fuera, hay profesionales partiéndose la cara cada día para conseguir una oportunidad. Personas que se la juegan con cada presupuesto, con cada campaña, con cada propuesta que mandan. Que fracasan, aprenden y vuelven a empezar.
A esos les escucho. A esos les creo.
A los demás, no. A ti, no.
PD: No te lo tomes personal, a no ser que debas tomártelo personal
Si te pica, quizá es porque te queda el saco.
Y si es así, no es tarde para hacer autocrítica. Sal al mercado. Intenta vender. Intenta emprender. Vive el otro lado.
Y entonces, quizá empieces a enseñar de verdad.