Los agricultores en pie de guerra

Gracias por darme amor compartiendo en tu app favorita:

Empezó en el campo Europeo (de Francia para arriba) y, quizás empujados por un interés político de la derecha por ganar réditos o quizás por no parecer sumisos de cara al continente, se sumó el campo español.

O el campo de los países que componen España.

La versión te la dejo a ti, que a mí me da risa elegir.

El campo, la gente del mundo del transporte y tantos otros trabajadores y trabajadoras que para tener un medio de subsistencia tienen y deben acogerse al RETA (Régimen Especial del Trabajador Autónomo) están hartos y hartas de soportar tanto peso, no solo de las cortes locales y autonómicas, sino de un Estado servil a los dictámenes de una Europa plagada de funcionarios y casta política ajena a la realidad de dichos trabajadores y trabajadoras.

Porque sí, lo repito, son trabajadores y trabajadoras.

Por cuenta propia.

Porque no queda otra.

Pero, trabajadores y trabajadoras.

Los sindicatos, que no se atreven a morder la mano que les da de comer esas gambas tan ricas, los llaman empresarios del campo. Humoristas, periodistas, presentadores y tertulianos de corte pseudo-progresista y con pocas ganas de morder, tampoco, la mano que les da de comer, les señalan como señoritos acaudalados y propietarios de latifundios al más viejo estilo de la Edad Media.

La policía y la guardia civil no se la juega, no porque entiendan a la gente que protesta sino porque Interior ha dado órdenes de no generar una imagen de represión violenta.

No ten pruebas, tampoco tengo dudas.

La politocracia hispana intenta entender pero no apoyar, con miedo siempre porque aunque un agricultor se tenga que dar de alta en el RETA para poder explotar su finca y sus 10 vacas, sigue siendo un trabajador o trabajadora. Es algo que cualquier persona con dos deditos de frente sabe.

(Salvo fanáticos. Pero esa gente no piensa.)

Es un auto-asalariado.

Pero es alguien que no preocupa a la casta, porque son minoría. No son de la gran ciudad donde se agolpan millones de seres.

Les preocupa, eso sí, el contagio a través del descontento.

Por otro lado, la derechita cobarde de la mano de la ultraderechita fanática quiere aprovechar el descontento y monopolizarlo, aprovechando la izquierdita woke para tintar de malas intenciones lo que son reivindicaciones justas (¡solo quieren vivir de su trabajo!).

Y en medio de todo este jaleo, él o ella, quien se levanta a las 4 de la mañana para arar, sembrar, recoger, ordeñar, pastorear, alimentar y todo lo que esta bendita gente hace; bruta a veces, pero bendita siempre.

Él o ella:

  • Quién empurra el lomo contra el terruño.
  • Quién no puede pagar el combustible ni el agua ni los productos fitosanitarios.
  • Quién tiene que pedirle a la familia que le eche una mano en la siembra porque le resulta imposible contratar.
  • Quién pierde toda su cosecha por un mal tiempo y no se pudo permitir tener un seguro.
  • Quién aguanta las paridas de Europa.

Todo esto lo puedo escribo porque mi historia pasada, la de mis padres, abuelos y bisuabuelos, se escribió en el campo, plantando, alrededor de vacas y cabras, malviviendo.

Para que la gente de ciudad comiese muy bien.

Pudiera disfrutar de unas buenas papas o de una leche recién ordeñada. Para que sus hijos e hijas pudieran ir a Institutos y Universidades mientras los hijos de esas generaciones de campo solo podían aspirar a seguir el mismo camino hasta que el turismo masivo se convirtió en el nuevo monocultivo insular.

Pero sobre todo porque donde vivo, aún queda gente así.

Porque sé que muchos, si no producen en B, no producen.

No pueden producir.


Que tiene que ver esto con lo que vendo

Hoy la pregunta podría parecer más difícil de explicar. Pero sí. Tiene que ver.

Tiene que ver porque cuando analizas quién eres, qué haces, qué ofreces, qué aportas, a tu mercado, no solo tienes y debes valorar a tu persona buyer, a la competencia, a las tendencias y modas, a los precios de producción y distribución.

También debes valorar la presión estatal.

Como amenaza.

Colocar a la Administración Pública en ese recuadro del DAFO.

Y subrayarlo en amarillo.

Añadiendo una línea roja debajo.

Porque en un país estatista, como en el que nos encontramos -España si lees desde otro lugar-, un buen negocio, con una buena estrategia de marketing, un público fiel, un producto apreciado y valorado, puede desaparecer porque su margen de beneficio, su funcionamiento y sus oportunidades desaparecen única y exclusivamente debido a esa única y exclusiva amenaza.

A una nueva normativa o impuesto arbitrario que vienen de alguna de las interminables capas de lo público.

Así que las preguntas son claras:

  • ¿Has tenido en cuenta esa amenaza en tu negocio?
  • ¿Crees que lo que le pasa a agricultores y transportistas no podría llegar a pasarte a ti?