MacroPhoneGraphy nació como una forma de reivindicar la fotografía con dispositivos móviles frente a una mirada de superioridad de quienes llevaban colgando al cuello una cámara de cuatro cifras.
Una cámara que, como bien decía un conocido de la profesión, no les convertía en fotógrafos, les convertía en propietarios de una cámara cara.
Y yo no era fotógrafo… profesional.
Pero no por ello es que tuviese prohibido hacer fotos. Y no solo hacer fotos. Además hacer buenas fotos.
No digo excepcionales.
Solo buenas fotos.
Resultó que en 2012 yo tenía un smartphone que tenía una cámara cuya óptica era una absoluta locura.
Un HTC Desire HD con una cámara de 8 mega pixeles (hoy hablamos de 64 ó 108 como si nada, pero en su época esa resolución andaba en el top).
Lo mejor del móvil no era la resolución digital sino su tecnología autofocus y la resolución física de la óptica y un flash dual led.
No sé si era intencionado o casual, pero eso convertía al móvil en una máquina para hacer macrofotografía de una manera extremadamente sencilla con una calidad que hacía palidecer a los poseedores de cámaras más exclusivos.
Así que viendo el resultado de las fotos que hacía y harto, un poco, de la mirada despectiva y de superioridad de quienes se gastaban un sueldo para llevar colgando una Nikon o una Canon, creé MacroPhoneGraphy.
Y no solo eso… inauguré el hashtag #MacroPhoneGraphy en Instagram, que hoy tiene unas 50.000 fotografías jasteadas.
Nada mal para ser lo que es, algo tan específico.
No solo conseguí dignificar (un poquito) la macrofotografía hecha con móvil, también promocioné lentes macros para móviles.
Un producto que hoy puedes conseguir fácilmente en Amazon y que ya eleva a la enésima potencia las capacidades de tu móvil para observar en primer plano lo que el ojo apenas es capaz de percibir.
Todo eso surgió sentado en una mesita alta del Espacio Cultural Aguere, durante el FotoFreak Canarias 2012, el I Encuentro de Locos por la Fotografía de las islas.
El primer encuentro, y el último, que yo sepa.
Aquello fue organizado conjuntamente entre NexBoreal, lo que pretendía ser mi proyecto de empresa, junto a otros dos socios, y Cultura.Visual, un proyecto de una pareja que crecía alrededor de la fotografía.
Conseguimos el patrocinio de varias concejalías del Ayuntamiento de La Laguna, de MODA Tenerife, de Osborne, de Monster, de Dorada, de Tranvía Tenerife y de 18 empresas de la isla, además de acuerdos con los principales hoteles laguneros para alojar a quienes asistían desde otras islas o lugares.
Así que ahí estaba yo, en el último día del evento, agotado del trabajo de organización, un poco quemado de los egos y las vanidades, sentado en una mesita, apartado, con mi portátil y mis pobres macros desprestigiadas solo porque las hacía con mi smartphone, el HTC Desire HD (una máquina impresionante en su época).
Todo fue un efecto y reacción. Alojar dominio, configurar un blog en Blogger.com, una plataforma que conocía muy bien y me permitía construir webs en una mañana, mi propia colección de fotografías, una página de Facebook, un perfil en Twitter, otro en Instagram y… voilà.
¡Ah! Y además sería mi primer proyecto íntegramente (o casi) en inglés.
Pero, era el año 2012. Ganar dinero con un proyecto así todavía no era pan comido, como pretenden vender hoy los bros del SEO.
Lo que yo no esperaba era empezar a movilizar una comunidad que ya existía pero que aún no había sido cohesionada alrededor de ninguna marca en específico.
Empecé a subir fotografías, mis macros, en el perfil de Instagram, Twitter y en Facebook. Además empecé a buscar a otras personas en Instagram que también subían ese tipo de fotos y a invitarles a que usaran el hashtag #MacroPhoneGraphy para etiquetar las susodichas.
Al principio eran unas pocas de cientos de fotos. Luego fueron miles. Doce años después son más de 50.000 las fotos etiquetadas con ese hashtag. Que obviamente no es mucho.
Pero… son 50 mil. Y es lo que es.
No hablamos del hashtag #vibes.
He de reconocer, yo que tan autocrítico tiendo a ser, que la etapa de NexBoreal, primero, y de NexGlobal, después, fue una etapa tremendamente productiva. No es que fuéramos especiales ni los mejores. Pero hicimos cosas. Muchas cosas.
Algunas realmente interesantes. Y una de ellas fue sin duda el FotoFreak. Una lástima que como tantas cosas que se hacen en Canarias muriese por rencillas, dejadez, luchas políticas municipales y desconfianza entre organizadores y patrocinadores.
Aquellos dos días, el 27 y el 28 de julio, fueron especiales, fueron intensos y muy, pero muy interesantes.
Y sobre todo fueron los días en que me tomé la revancha contra los propietarios de cámaras caras.
Arrepentimientos con MacroPhoneGraphy
El arrepentimiento en relación a ese proyecto es el mismo que tantos otros. No fui capaz de de monetizarlo. Año 2012. Google AdSense ya llevaba casi 10 años en el mercado pero necesitabas webs con tráfico masivo para obtener unos ingresos interesantes. La venta de espacio promocional o la venta por afiliación todavía no había explotado. Y muchas empresas locales y regionales aún no entendían, ni de lejos, el beneficio que les aportaba y aportaría Internet o estar presente en comunidades híper segmentadas, en webs de nicho.
Una mala crisis me llevó a eliminar todos mis proyectos. No solo fue algo económico, fue hartazgo, cansancio, depresión. Un mal momento como el que tiene todo dios, toda diosa, que camine sobre sus dos pies.
Un momento de querer romper con todo solo porque quería romper con una única cosa. Mi relación con NexGlobal (una historia aún no contada).
Hoy podría tener entre mis manos una web con mucho contenido, interesante como micro-nicho (como lo serían todos mis proyectos de seguir en activo) por no mencionar un dominio con antigüedad. Algo que tiene mucho valor.
¡Qué tonto fui al dejarme llevar!
Después de aquello dejé de hacer macro fotografías con el móvil. Entre otras cosas porque los nuevos móviles tenían una mayor resolución pero peores ópticas. Sí, aunque parezca increíble, la capacidad de las lentes de los móviles que vendrían en los años venideros no eran capaces de hacer los autofocus en distancias cortas ni de hacer zoom con una calidad mínima interesante como para hacer las fotos que hacía en aquel momento.
De aquellas fotografías hechas con un móvil salieron algunos de los mejores óleos de Esther Álvarez, una artista amateur y desconocida que pinta naturalezas vivas y fantasía, ama de casa y trabajadora incansable.
Así que las repercusiones, consciente o inconscientemente, de aquella revancha, fueron unas cuantas. Con eso me quedo.
¡Ah! Aunque la web desapareció. Reaparecerá. Ya que las fotos siguen estando por ahí, en la memoria viva y digital de Internet. Y en mi perfil de Facebook. ¡Qué cosas!
Si tienes curiosidad:
https://web.archive.org/web/*/macrophonegraphy.com*
Primera versión del texto del viernes 26 de abril de 2024. Sin revisión posterior.