¿Por qué volver al blog?

Gracias por darme amor compartiendo en tu app favorita:

Y no, no estoy vendiendo mi moto.

Pero después de 6 años como autónomo sin tener que darme de baja, pese a los esfuerzos de la Administración Pública por quitarme del bolsillo la mitad de mi tiempo productivo, ya iba siendo hora de tener mi propia web para explicar lo que hago, contar lo que hice y recopilar mis idas de olla en un blog donde pudiera expresarme libremente.

Y mira. Si llega un posible cliente y le disgusta lo leído pues dejó de ser posible para pasar a imposible. ¡Qué le vamos a hacer!

Sé que quien soy, después de 52 años, sé quien soy. Sé cómo me implico. Sé cómo me esfuerzo. Sé que la honestidad y la integridad forman parte de mi manera de ser, incluso cuando me equivoco. Así que si ese posible cliente desiste de mis servicios por lo que escribo, pues un problema que he evitado.

Dicho todo esto, en parte innecesario, la cuestión es, ¿por qué volver a escribir en un blog donde no te lee nadie? (Casi nadie, aunque sí, me leen algun@s despistad@s que Google trae hasta aquí.)

Pues hay varias y muy buenas razones.

Y dos en concreto sobresalen sobre el resto.


No quiero trabajar gratis

Lo primero, llevo un par de años pensando que no me apetece trabajar gratis para una plataforma que se aprovecha del contenido que creo para aumentar los tiempos de permanencia de sus usuarios y así tener algo que vender a sus anunciantes… a cambio de nada.

En esas redes sociales, ya que no soy una persona nacida para generar una visibilidad potente alrededor de un determinado tipo de contenido -las plataformas premian la monogamia temática al extremo, penalizando la poligamia de contenidos en exceso-, no tengo un perfil que genere impresiones y alcance más allá de lo que suela ser normal en un usuario normal con un contenido normal.

(Por lo tanto no puedo atraer patrocinadores ni inversores ni clientes por ese no destacar al diversificar tanto lo que escribo.)

Además, el contenido que genero, además de hacerlo gratis para beneficio de la app de turno, tiene una vida útil corta. Solo YouTube y en cierto modo TikTok, puede incluso que Pinterest, reutilizan contenido que subiste hace una semana o hace 6 meses. Es algo que empiezas a ver (no ayer pero tampoco desde hace tanto tiempo) en plataformas como Instagram, Twitter o Facebook.

Lo que te lleva a la necesidad, para mantener cierta visibilidad, de crear constantemente o terminarás desapareciendo de la plataforma.

Literalmente.

Así que ya que voy a crear contenidos, porque me gusta desarrollar ideas y conceptos, opinar como si no hubiera un mañana y expresarme, lo voy a hacer en mi casa digital.

Para mi beneficio (en la medida de lo posible).

Y si algún potentado empresario quiere que genere contenido en su plataforma, que comparta sus ingresos conmigo a través de las visualizaciones o el tiempo de permanencia que le genero. Algo así como YouTube, aunque espero que un concepto menos rata.

(Lo más descarado en cuanto a trabajar gratis que he visto son las notas de comunidad de Twitter, llámalo X, de Elon. Quiere que le hagamos el trabajo de curador de contenidos… ¡gratis! Este tipo sí que es espabilado.)


El posicionamiento web (SEO) sigue funcionando

Escribir contenido, intentando que en la medida de lo posible sea original -en lo que se pueda, insisto-, donde sueles usar determinadas palabras con cierto nivel de frecuencia, atrayendo algún enlace entrante, ya sea orgánico o negociado, sigue siendo la mejor manera de posicionarte en los primeros resultados para determinadas búsquedas.

Ya sea en Google o ya sea en Bing, que empieza a contar lo suficiente como para tenerlo en cuenta. Mal que le pese a Baity y aunque se lo diga a Jordi Wild en una entrevista que no se cree ni él. (No porque lo afirme un famoso es una verdad absoluta. Solo sigue siendo una opinión -desfasada-.)

Y no se trata de tener una web donde expliques lo que hagas, lo que cobras y tu trayectoria, sino además tener un blog donde insistir e insistir con contenido de valor (es decir, útil para alguien; no como este artículo que estoy escribiendo, que no es útil, solo explico mis porqués).

La realidad es que las redes sociales no me dan esa oportunidad, la de que me encuentren, en un nivel suficientemente interesante como para justificar mi tiempo en ellas. Y me refiero a la posibilidad real en un gigantesco mar de luces fluorescentes intentando atraer moscas, que es minúscula. La probabilidad, aunque existe, tiende a ser ínfima.

Que no sé ya como explicártelo.

(La probabilidad de atrapar un cliente que confíe en ti, me refiero, gracias a un post de esto o aquello, especialmente si eres una persona poligámica en cuanto a su contenido.)

Mi target son PYMEs, de cualquier lugar, que busquen a un experto polifacético y 360º en el ámbito del marketing digital, que igual ejerza de community manager (y lo haga bien) o que se quede en un mero social media manager gestionando engagement, que genere contenido o que le desarrolle su web (y la posicione) en la última versión de WordPress, que le edite un vídeo o que le haga una infografía, que le configure un Moodle o le gestione su servidor de correos.

Con un poco de paciencia, invirtiendo el tiempo que antes invertía en LinkedIn, Twitter o Facebook, puedo generar esa atracción aquí, en mi casa virtual.

Y si aún así tampoco lo consigo, al menos seguirá siendo mi casa virtual, con mi huerto virtual, donde recopilo mi vida digital.

No un lugar donde se amontonan textos perdidos en una caja de miles de piezas de lego, sin sentido ni orden, olvidados.

Es algo que además pega conmigo. Lo de tener un blog.

Ser otra vez un asceta digital alejado del ruido.

Pero no llegar temprano como siempre, cuando aún no hay negocio.

Sino para ir contracorriente y disfrutar de ser vintage.