Depende de la demanda.
Ya está, así de simple. Puedes seguir con tu vida.
O seguir leyendo y te lo cuento más en detalle.
En el vertiginoso mundo empresarial, la búsqueda del éxito parece estar perpetuamente ligada a la calidad del producto o servicio que una empresa ofrece.
Sin embargo, una mirada más profunda revela que el verdadero motor del triunfo no radica únicamente en lo que se vende, sino en la demanda que existe o se puede generar alrededor de ello.
El éxito llega cuando tus esfuerzos se centran no en la perfección del producto, sino en la creación de un vínculo emocional con tus clientes.
Seth Godin, gurú (de verdad) del marketing
Esta afirmación de Seth Godin, que si eres del mundillo supongo que sabes quién es (y si no lo eres ya te avanzo que es uno de los expertos en marketing y publicidad de mayor renombre que existen actualmente), resalta un principio fundamental: la conexión con la audiencia es el verdadero motor del éxito empresarial.
Muchas empresas, especialmente las startups y emprendimientos incipientes, sucumben al error fatal de no evaluar adecuadamente la demanda existente o potencial de su producto o servicio.
Phil Kotler, reconocido como el padre del marketing moderno, advierte que «la falta de comprensión del mercado puede llevar al fracaso incluso a la mejor idea«. En este sentido, la calidad del producto o servicio puede quedar en segundo plano si no existe una demanda significativa que lo respalde.
Y esto ocurre cuando «se llega demasiado pronto» al mercado. En su extensa experiencia, Kotler ha observado cómo numerosas empresas, con ideas innovadoras pero prematuras, han naufragado ante la falta de una audiencia lista para adoptar sus productos o servicios.
Este fenómeno resalta la importancia crítica de la sincronización en el lanzamiento al mercado. Porque nuevamente nos encontramos ante la tesitura de «sin demanda, no hay ventas». Y la demanda de un producto o servicio la produce el mercado -el cliente-. No se puede inventar. Se da o no se da.
Llegar en el momento oportuno, como señala Kotler, implica un delicado equilibrio entre anticiparse a las necesidades del mercado y esperar el momento adecuado para presentar una oferta.
La historia empresarial está llena de ejemplos de productos que, aunque revolucionarios en su concepto, no lograron el éxito porque llegaron demasiado temprano, cuando la tecnología o la infraestructura necesaria aún no estaban maduras para su adopción masiva.
Es más, tiempo después de esos fracasos, cuando el mercado estaba preparado, aparecen empresas que lo lanzan y tienen éxitos. La historia empresarial está plagada de personas que «lo hicieron antes que nadie» pero «nadie les hizo caso», lo que, a su juicio, resulta en una situación injusta. Y no, no es una situación injusta. Llegaron demasiado pronto y no invirtieron los esfuerzos necesarios en preparar al mercado o generar conocimiento que ayudase a la toma de decisiones (comprar).
Por otro lado, retrasarse demasiado en la entrada al mercado puede ser igualmente perjudicial. En un entorno empresarial cada vez más competitivo y dinámico, esperar demasiado puede significar perder la oportunidad de establecer una posición sólida antes de que la competencia se consolide. Como el empresario y autor Reid Hoffman aconseja, «si no sientes vergüenza por la primera versión de tu producto, has lanzado tarde«.
La clave está en encontrar el momento justo: cuando la demanda latente alcanza un punto crítico y la tecnología, los recursos y las condiciones del mercado convergen para permitir la adopción masiva. Como Kotler señala con acierto, «el éxito no solo depende de lo que vendes, sino de cuándo lo vendes«.
Este enfoque estratégico requiere una comprensión profunda del mercado, un análisis cuidadoso de las tendencias y una evaluación realista de la capacidad de la empresa para satisfacer las necesidades emergentes de los consumidores.
Es decir, necesitas poner al marketing a tu lado, al mismo nivel que el desarrollo.
Aquellos que logran sincronizar su entrada al mercado con precisión, a menudo encuentran un camino hacia el éxito sostenible y duradero.
La estrategia del Producto Mínimamente Viable (PMV), popularizada por Eric Ries en su libro «Lean Startup«, cobra relevancia en este contexto. Ries propone que las empresas se enfoquen en desarrollar el producto con el mínimo de características necesarias para satisfacer las necesidades del cliente, y luego iteren basándose en el feedback del mercado. Esta aproximación ágil permite a las empresas adaptarse rápidamente a las demandas cambiantes de los consumidores.
El reconocido empresario y autor Gary Vaynerchuk sostiene que «el contenido es el rey, pero la atención es la reina, y ella gobierna el hogar«.
Su enfoque en la creación de contenido relevante y la construcción de una comunidad comprometida subraya la importancia de generar interés y demanda en torno a lo que una empresa ofrece.
En resumen, el éxito empresarial no depende exclusivamente del producto o servicio en sí mismo, sino de la capacidad de la empresa para identificar y satisfacer las necesidades y deseos de su audiencia.
La atención, la conexión emocional y la adaptabilidad son los verdaderos impulsores del triunfo en un mercado cada vez más competitivo y exigente.
Así que no, no es lo que vendes, tu éxito se sustenta en quien demanda lo que vendes.
Punto pelota.