El empoderamiento del paciente… y del cliente

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Hace un par de días me rechazaron de una oferta en LinkedIn porque buscaban a un creador de contenido que, específicamente, tuviese experiencia en el entorno de la salud.

A mí.

Que en 1996 comencé a trabajar en el Servicio del Plan de Salud de Canarias, luego Servicio de Investigación, Evaluación y Planificación Sanitaria, a las órdenes del Dr. Pedro Serrano, hoy jubilado, junto a un equipo de médicos, economistas y personal de apoyo donde yo cumplía el papel de «informático para todo» para continuar hasta 2009 en la Fundación Canaria de Investigación y Salud, cuando decidí salir del sector público aprovechado que cerraban la sede de mi ciudad y me daban la oportunidad de irme en excelentes condiciones.


El síndrome del impostor es una creencia tóxica que nos impide alcanzar nuestro pleno potencial.

Michelle Obama

Luego continuaría desarrollando mi actividad profesional para organizaciones del tercer sector vinculadas a pacientes y familiares -de diversas problemáticas-, para la Cooperativa Farmacéutica de Santa Cruz de Tenerife, para múltiples farmacias, para el Instituto Oftalmológico del reconocido Dr. Amigó, para centros dermatológicos (a un paso entre el bienestar y la estética, lo sé) e incluso para centros de entrenamiento personal (esos donde el fitness se especializa en la recuperación de la salud a través del ejercicio de fuerza).

Así que podemos afirmar que sí.

Una de mis especialidades es entender el lenguaje del profesional sanitario y traducirlo a lenguaje común o popular, es decir, hacerlo accesible.

Pero sobre todo, lo que más satisfacción me da, hacerlo útil.


Lo sanitario vs. lo coloquial

Lo que las personas del sector de la salud no entienden es que el lenguaje técnico y preciso que utilizan queda muy alejado de la comprensión de la persona media que está fuera de ese entorno.

Uso de términos técnicos y especializados

Cuando terminan su titulación en Medicina, Farmacia, Fisioterapia, Enfermería e incluso Educación Física son como un diccionario con patas que solo entienden los de la secta.

Utilizan un lenguaje técnico y especializado que es difícil de entender para la población general.

Desde el simple uso de la palabra diabetes vs. el clásico tengo azúcar hasta el uso de lenguaje inclusivo como la tendencia a hablar de adultos y adultas mayores en vez de usar la palabra anciano/a o la más despectiva viejo/a.

(Siendo estos ejemplos meramente anecdóticos para no entrar en un largo listado de términos incomprensibles.)

Bill Gates dixit.
Uso de abreviaturas y siglas

Los profesionales sanitarios utilizan abreviaturas y siglas para simplificar la comunicación entre ellos. Por ejemplo, pueden hablar de «HTA» para referirse a «hipertensión arterial» o de «LDL» para referirse a «colesterol de lipoproteínas de baja densidad».

Algo que es especialmente visible en analíticas e informes entregados a las personas que se suponen deben ser útiles para recuperar su salud pero que resultan del todo incomprensibles.

Uso de un lenguaje formal

El lenguaje sanitario y de salud suele ser más formal que el lenguaje coloquial. Por ejemplo, un profesional sanitario puede hablar de «paciente» o «enfermedad», mientras que una persona que no sea profesional sanitario puede hablar de «enfermo» o «problema de salud».

Tender puentes a través del lenguaje

Estas diferencias pueden dificultar la comunicación entre los profesionales sanitarios y la población general. Para mejorar la comunicación, es importante que los profesionales sanitarios utilicen un lenguaje más claro y sencillo, evitando el uso de términos técnicos y especializados, abreviaturas y siglas, y un lenguaje demasiado formal.

Y ahí es dónde entra el profesional de la comunicación, una persona capaz de entender a quienes nos cuidan para que quienes reciben ese cuidado para mejorar su salud puedan, además, entender y asimilar.

En esto entran dos ideas que, hay que decirlo, a los profesionales les resultan chocantes e incluso las odian: educación para la salud y empoderamiento del paciente.


Educación para la salud

En el entorno sanitario, la expresión «educación para la salud» se refiere a un proceso educativo que tiene como objetivo promover la salud y el bienestar de las personas.

Este proceso se basa en la transmisión de información y el desarrollo de habilidades y actitudes que permitan a las personas tomar decisiones saludables.

La educación para la salud puede tener lugar en diferentes entornos, como la escuela, la comunidad o los servicios sanitarios. En el entorno sanitario, la educación para la salud se suele centrar en la prevención de enfermedades y la promoción de hábitos saludables, como una alimentación sana, la práctica de ejercicio físico regular o el abandono del tabaco.

Los objetivos de la educación para la salud en el entorno sanitario se pueden reseñar como:

  • Informar a las personas sobre los factores que influyen en su salud.
  • Desarrollar en las personas la capacidad de tomar decisiones saludables.
  • Motivar a las personas a adoptar hábitos saludables.

Al proporcionar información y desarrollar habilidades y actitudes saludables, la educación para la salud puede ayudar a las personas a prevenir enfermedades, mejorar su calidad de vida y vivir más años.

¡Y ahorrar un chingo de pasta en la salud pública!

Y cómo se desarrolla la educación para la salud. Lo primero con voluntad política, porque sin eso lo demás no llega. Lo segundo con acciones clásicas:

  • Las charlas educativas que se ofrecen en los centros de salud.
  • Los programas de promoción de la salud que se llevan a cabo en las escuelas.
  • Los materiales educativos que se proporcionan en los servicios sanitarios.

Pero también con:

  • Promoviendo webs informativas para pacientes y familias que incluyan información pero también herramientas interactivas y dinámicas que le permitan una autovaloración previa o consejos adaptados y basados en la evidencia científica (estas cosas no se inventan de la noche a la mañana, ojito).
  • Promoviendo difusión de contenidos específicos en medios tradicionales y digitales, usando tanto marcas como a influencers.

Pero todo esto sin la voluntad del Estado, la colaboración profesional y la implicación de la población, es un canto al sol.


Empoderamiento del paciente

La educación para la salud es solo una herramienta para algo más grande. Algo a lo que la profesión sanitaria (e incluyo aquí fisioterapia y educación física) temen como a la peste.

Que el paciente conozca, maneje información y se le dé la potestad para contrastar y, sobre todo, para decidir.

Ojo, hablamos de que la persona que recibe el cuidado toma parte en las decisiones que le afectan. Te garantizo que eso levanta ampollas allá donde se nombra.

Poniéndolo bonito, podemos decir que en el entorno sanitario, la expresión «empoderamiento del paciente» se refiere al proceso mediante el cual las personas adquieren un mayor control sobre las decisiones y acciones que afectan su salud.

Este proceso se basa en el reconocimiento de que las personas son las principales responsables de su propia salud y que, por lo tanto, deben tener la información y los recursos necesarios para tomar decisiones informadas sobre su atención sanitaria.

El empoderamiento del paciente se basa en los siguientes principios:

Angel Cabrera dixit.
  • Información: Los pacientes tienen derecho a recibir información completa y comprensible sobre su salud, su enfermedad y su tratamiento.
  • Participación: Los pacientes deben participar activamente en las decisiones sobre su atención sanitaria.
  • Autogestión: Los pacientes deben tener las habilidades y los recursos necesarios para gestionar su propia salud.

El empoderamiento del paciente tiene una serie de beneficios, tanto para los pacientes como para el sistema sanitario.

  • Para los pacientes, el empoderamiento puede ayudar a mejorar su comprensión de su salud, a tomar decisiones informadas sobre su tratamiento y a mejorar su calidad de vida.
  • Para el sistema sanitario, el empoderamiento puede ayudar a reducir los costes sanitarios, a mejorar la satisfacción de los pacientes y a aumentar la eficiencia del sistema.

(Sucede también que si se reducen los costes sanitarios se reducen los márgenes de negocios dentro de la industria de la salud. Porque la salud también es una industria. Y una que mueve muchísimo dinero.)

¿Cómo se puede promover el empoderamiento del paciente?
  • Educación para la salud: que proporciona a los pacientes la información que necesitan para tomar decisiones informadas sobre su salud, como ya vimos más arriba.
  • Atención centrada en el paciente: que pone a la persona en el centro del proceso de atención sanitaria. Esto significa que los pacientes deben participar activamente en las decisiones sobre su atención. Y significa también reconocer el derecho y recomendar el hábito de solicitar valoraciones contrastadas (al menos 3 si la duda así lo exige).
  • Servicios de apoyo al paciente: que ayudan a las personas implicadas a desarrollar las habilidades y los recursos necesarios para gestionar su propia salud. Y eso implica, en ocasiones, la protección del paciente frente a la arrogancia del profesional.

El empoderamiento del paciente es un proceso continuo que requiere el compromiso de todos los agentes implicados en el cuidado de la salud.


¿Qué tiene que ver con lo que vendo?

¿Y todo esto como te beneficia a ti, mi querido cliente?

Lo previo, recordar que mi implicación en todo esto ha sido y es elaborar, publicar y difundir contenidos en el medio digital para que la población comprendiese, asimilase y asumiese el mensaje transmitido por el sector profesional, ya fuese desde lo público o desde lo privado.

Lo primero, si eres un proveedor del sector sanitario que te diriges directamente al paciente (por ejemplo, un centro dental, una aseguradora, un centro fitness, un centro de masaje, una clínica de reproducción asistida, un spa…) necesitas que tu lenguaje, ese que solo entiendes tú y tus colegas, también lo entienda quien te tiene que prestar atención y pasar a la acción (hacer algo como cambiar de hábitos o comprar tus servicios).

Ese es mi primer papel.

Lo segundo, si eres ese mismo proveedor del sector de la salud, que ese contenido elaborado llegue a quien tenga que llegar, porque hoy no basta con publicar y esperar a que te encuentren. Tienes que ser visible, destacar, posicionarte e, incluso, atraer, y desarrollar una actividad social con el entorno.

Ese es mi segundo papel.

Punto y se acabó.

Es por lo que te facturo.