No puedes gestionar tus redes sociales, y lo sabes

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Empecé a trabajar como técnico allá por 1989 cuando terminé lo que se suponía que hacían los torpes y malos alumnos al terminar el colegio (la EGB), mi Formación Profesional de Segundo Grado que me reconocía como Técnico Especialista en Informática de Gestión.

Desde entonces siempre he trabajado para pequeñas y medianas empresas en el ámbito de mis islas, en Canarias y específicamente en Tenerife, o para sus administraciones públicas (ayuntamientos, cabildos, consejerías autonómicas o sus empresas públicas), también de Canarias y, sobre todo, de Tenerife.

(También he trabajado, en los últimos años, y de manera frecuente, para empresas en Península, Londres y USA, pero ese cuento es para otro día.)

Para algunos profesionales de chaqueta y corbata es algo que no tiene mérito (trabajar para las PYMEs de tu pueblo). Pero después de haber conocido a un buen puñado de la banca, Microsoft o grandes consultoras internacionales ya te digo yo que lo nuestro tiene muchísimo mérito.

Y te explicaré por qué.

En una PYME tienes y debes resolver de todo. Nunca hay tiempo para socializar más allá de momentos puntuales como la cena de navidad. Las tensiones internas entre empresa y trabajadores como entre los mismos trabajadores son el pan nuestro de cada día, aunque lo intenten disimular con palabras bonitas y metodologías ágiles. El estrés, los plazos, los agobios son parte habitual de lo que toca.

Mientras que los office man que he conocido que vienen de la gran empresa o de la gran administración (Ministerios) como norma general (1º) no tienen una experiencia o conocimiento superior al profesional que trabaja en la PYME, es más, en muchos casos es inferior porque no están habituados a enfrentarse a una amplia diversidad de situaciones y (2º) sobreexplotan el ilusorio mérito de haber estado aquí y allá cuando realmente (3º) es lo más parecido a ejercer como funcionario (no totalizo, te aviso, pero sí generalizo, lo reconozco).


¿Y qué tiene esto que ver contigo?

Es muy simple.

  • Primero, caes demasiado fácilmente en los discursos grandilocuentes de Deloitte, Indra y afines.
  • Segundo, si ahora estas grandes consultoras te prestan atención es porque han puesto su mirada en el larguísimo long tail que supone el sector de las PYMEs en España, así que les venden churros disfrazados de chuletón usando palabras grandilocuentes.
  • Tercero, caes demasiado fácilmente en el yo-lo-hago-todo porque piensas -erróneamente- que así vas a ahorrar dinero (realmente es al contrario).
  • Cuarto, cuando te das cuenta que lo tercero es un problema entonces caes en lo primero.

La diferencia entre las PYMEs que ya facturan, como diría Shakira, y las que no lo hacen salvo para alargar su sufrimiento hasta su cierre, está básicamente en quién ejerce el liderazgo en la misma.

Y digo liderazgo, que no es lo mismo que ser su propietario.

  • Cuando quien lleva el timón está a lo que está, a tomar decisiones claves, a analizar la evolución de la empresa, a escamotear el potencial futuro, a mejorar y afinar los procesos, esa PYME, aunque sean 4 ó 5 persona, puede facturar millones de euros.
  • Cuando quien lleva el timón está más preocupado por la limpieza de la cubierta, por la ropa del timonel, desconfiando del sobrecargo o por el tamaño del barco que tiene enfrente, aunque sean 20 ó 30 personas y tenga cientos de clientes, lo más probable es que su contabilidad se resuma en un lo comido por lo servido.

¡Y lo sabes, mi niño!

La cuestión es que en algún momento te vas a plantear (o deberías hacerlo) tener una web (desarrollo), que aparezca antes en Google que la de tu competencia (SEO), tener presencia en redes sociales para atraer (SMO+SMM) o, debería ser un «y», crear campañas publicitarias en Google Ads o Meta Ads (o Twitter o LinkedIn o cualquier otra venida a menos) invirtiendo al menos 1 ó 2 euros diarios.

Cuando te planteas esa necesidad (comunicar es el cuarto paso de cualquier estrategia básica en una organización después de consumidor, conveniencia y coste) y pides presupuesto te sueles centrar más en el precio de lo que obtienes que en lo que obtienes. Y sabes que es así. Lo sabes.

Quiero decir.

Piensas que 290€ al mes para que tus redes sociales hablen todos los días, para que tus campañas de Google generen tráfico y para que tu blog mejore el SEO una vez a la semana (por lo menos), es excesivo. Claro, eso son 300×12 cuotas, 3.600 euros al año. Te parece que hace bulto.

Pero lo que está ocurriendo aquí es que tú solo ves textos publicados con alguna imagen.

No ves la estrategia, la planificación centrada en objetivos, el uso eficiente de las herramientas, la aplicación de técnicas de redacción persuasiva y tantos otros truquitos de la profesión.

Además, no entiendes la tecnología ni Internet ni todas esos anglicismos que te cuenta el marketer digital de turno (somos un coñazo con eso).

Así que te pones a hacer una web en WiX que, para no pagar un dominio, la dejas en un subdominio; te pones a hacer reels en los que gastas 1 horita cada vez que los haces; crees que subirás tus productos a la web o que escribirás más post en la sección noticias -pero no lo harás-; o peor aún, te pones a trastear con los anuncios de Google y acabas promocionando tu carpintería de Toledo en Benidorm porque una vez, hace años, alguien de allí te compró aquí.

Vamos, una chapuza de manual.

Cuando contratas a un profesional 360º con un perfil de técnico especialista en marketing digital, una titulación que va siendo urgente que se implante en los Ciclos de Formación de Grado Superior, no solo ganas tiempo. Ganas en resultados. Ganas dinero.

O al menos tienes la oportunidad de hacerlo porque estás comprando tiempo para lo importante mientras delegas lo necesario.

Y si eres profesional del sector, y estás leyendo esto, es posible que si te has híper-especializado y vendes tu súper-servicio de copywriter o trafficker, creas que lo que debe ser la norma sea contratar a profesionales para que trabajen en su pequeño reino de taifas como si fuera un místico tecnológico.

La realidad es diferente.

La ferretería, la frutería, la peluquería, la carpintería, el restaurante, el gimnasio y la maratón de tu ayuntamiento no es que no te necesiten, es que no disponen del músculo económico necesario para contratar a 5 perfiles místicos distintos, cada quien con su propio discurso.

Necesitan un 360º que le solucione todo lo que implica su presencia en Internet (incluyendo la implicación off-line de ese trabajo on-line).

Al margen de que haya profesionales que den mejor con la tecla de tu PYME y tus clientes que otros, lo mismo que hay restaurantes que cocinan mejor que otros, cuando subcontratas estos servicios estás haciendo lo mismo que cuando subcontratas tu contabilidad a una asesoría.

Estás ahorrando costes y ganando tiempo para poder centrarte en lo verdaderamente importante, en hacer negocio y engrasar la maquinaria asegurándote que lo necesario (en este caso comunicar y hacerte visible) se está realizando.

Así que no seas terco, ni terca, subcontrata, haz seguimiento y pide resultados.

Punto.

Es todo lo que necesitas.