Carta abierta a Google: contenido, SEO y monetización

Gracias por darme amor compartiendo en tu app favorita:

Estimado Señor o estimada Señora de Google que pueda que me esté leyendo, espero que sea capaz de leer, entender, procesar y digerir esta misiva hasta el final y despacio.

Sería lo deseable. Pero no puedo obligarle.

Así que es un ruego que le dejo antes de empezar.


Lo primero es lo primero, y quiero aclarar que soy un fanboy de Google, eso por delante. No soy un hater de Google ni un odiador profesional ni un resentido porque no me dieron esto o aquello.

Todo lo contrario, como he dicho, soy un súper fan de Google. Un fiel amigo de la secta. Un defensor a ultranza del gigante de Mountain View.

Pero lo que no soy, o al menos no me considero, es tonto.

O un fanático.

Y Google apesta en muchos sentidos.

En no pocas ocasiones ha sido más ese compañero de clase, abusador, que ejercía bullying sobre los más pequeños, que otra cosa. Y cuando digo más pequeños me refiero a quienes crean (o creaban, porque hay muchos que se han quedado por el camino) contenido para intentar monetizar algunos euros o dólares e, incluso poder vivir de ello.

Pero, pese a todo eso, sigo siendo fiel y fan porque a través de sus herramientas Google me ha dado mucho, me ha permitido ganar dinero trabajando para otros prestando servicios y (casi) nunca he tenido que pagar un euro.

Así que, sí, he recibido mucho de los bueno, en forma de servicios. Pero también he sido víctima de sus algoritmos en no pocas ocasiones. Y de sus políticas en otras tantas, no pocas veces injustas por su aplicación masiva y despersonalizada. Pero no es estoy solo, conmigo hay una infinita cola de apasionados del contar historias que se aburrieron por el camino.

Pero vayamos por partes.


Una idea en la que caí hace poco, y fíjate que estoy publicando páginas con contenido desde el año que se fundó Google, allá por 1998, es que la web, Internet, es la verdadera red social de Google, su patio de juegos.

Si te fijas, Facebook o Twitter tienen su propia plataforma donde las personas crean contenido y otras interactúan con ellos, estableciendo lazos a través de las interacciones.

Para Google no hay una aplicación, existe la World Wide Web en la que todas las personas del planeta que usan Internet se manejan y desenvuelven, crean contenido usando como punto de base el HTML e interactúan entre sí a través de los eventos y visitas en las páginas web.

Google es LA red social. No una red social. La red social.

La madre de todas las redes sociales en Internet.

Y como en toda red social el contenido que crean quienes forman parte de ella es esencial para su funcionamiento, para que quienes se conectan lo sigan haciendo a lo largo del tiempo. El contenido es el oro de El Dorado.

El contenido lo es todo.

Pero Google NO crea contenido. (Más allá de sus páginas de ayuda.)

NO crea nada.

Porque como en toda red social ese es un papel que se le deja al usuario o usuaria. Y es aquí donde aparece un pequeño grupo de personas que además de crearlo voluntariamente decide que tal vez podrían vivir de crearlo.

¿Está mal vivir del contenido? No. En absoluto. Google lo necesita.

Sin contenido que posicionar no habría nada que visitar con un navegador ni lugares virtuales en los que incrustar mensajes publicitarios por los que un anunciante pagaría a Google, cuya única labor, dicho sea de paso, es la de intermediar.

A todas estas, no sé si sabes cómo funciona esto:

  1. Tú creas una web con muchas páginas con contenido, por ejemplo de bricolaje o de acuarelas.
  2. Google le da una herramienta a quien busca información como la que tú has publicado en esa web que le permite localizarte y descubrirte de una forma rápida y confiable, su buscador.
  3. Así que Google le da el contenido a quien lo busca y te da el tráfico a ti, creador. Situación que aprovecha para proponerte que si le reservas un trozo de espacio en tu web para incrustar un mensaje publicitario por el que un tercero quiere pagar, te dará una comisión, un 68% para ser exactos.

(Realmente Google dice que a ti te toca el 80%, una vez descontada la comisión de la plataforma intermediaria, que es AdSense, que es Google. En la práctica, ese 68%.)

Así que aspirar a vivir de crear contenido es una realidad que depende, en un cacho muy grande de la tarta, de un único monopolista que es quien establece el funcionamiento del mercado, lo regula, impone precios y establece repartos sin competencia alguna (Bing y Yahoo son un chiste actualmente).


Hasta aquí todo correcto. Es lo que hay. Tengo una oportunidad con Google para ganar dinero creando contenido, es cierto.

Pero no menos cierto que es Google quien pone las barreras.

Y a veces las barreras son, o se perciben, como injustas, porque su estructura empresarial y organizativa es incapaz de mantener una relación humana con los creadores. Éstos están obligados a relacionarse con un algoritmo que es quien, en última instancia, decide casi siempre qué responder. Y cuando responde es un copia y pega de primero de la ESO.

(De verdad, tener una relación entre humanos con el gigante californiano puede ser una batalla extremadamente agotadora y harto compleja.)

Como ya dije, comencé a crear contenido en 1998, el año que nace Google. Dos o tres años después la batalla del posicionamiento web era una realidad.

Y siempre ha sido una batalla injusta en la que han ganado los listos, los tramposos, mientras que siempre perdían los honestos, los que disfrutaban redactando, curando contenido, navegando entre fuentes, fusionando ideas.

Este es y ha sido un problema constante en Google, con Google y para Google. Pero lo va a ser aún más con la incorporación de las inteligencias artificiales a todo este entramado.

Pero para hacerme entender tengo que volver atrás.

Desde los primeros años del nuevo milenio los creadores de contenido se dividieron de manera natural en dos tribus.

  • Estaban los que creaban contenido por placer y luego, si podían, intentaban monetizar (habitualmente el bando perdedor, ahí estoy yo).
  • Y estaban los que creaban contenido para monetizar y luego, si podían, disfrutaban con el proceso o, en su defecto, con el dinero (habitualmente el bando ganador).

Por eso, en cuanto al tema del posicionamiento web, desde un primer momento, hacer trampas era patente de corso. Desde aquello de añadir en el footer 50 repeticiones de una palabra en tamaño 1px y color de fuente igual al color del fondo… hasta el boom del uso de los plugin automated blog (RSS Feed Retriever, Blog2Social, Youtubematic, Copify, AutoBlog, WPeMatico, WP Robot, Feedzy y tantos otros); lo que no deja de ser la nueva versión de las granjas de blogs automatizados que plagiaban contenido de pequeños creadores para acumularlos bajo un mismo hosting y posicionar por volumen.

Desde los primeros años los creadores de contenido del primer grupo, esos tontos del culo que creábamos por placer sobre aquello que nos apasionaba, gustaba o atraía, nos vimos siempre relegados a la segunda página (o más abajo aún) en pro de aquellos otros de la segunda tribu y sus trampas.

Y Google en todo aquello simplemente observaba, reaccionando solo cuando el usuario, el generador del tráfico y las visitas, empezaba a acusar cansancio frente a los abusos y la falta de calidad en los resultados.


Ahora Google nos amenaza de nuevo con infinidad de cambios que, a priori, parecen estar enfocados en mejorar la experiencia del internauta, pero que en trastienda busca incrementar la facturación por publicidad.

  • Google dice que premiará la experiencia del usuario a unos niveles nunca antes vistos, casi equiparándolo a la calidad del contenido (ahí están las recién llegadas Core Web Vitals o la EEAT junto a los Quality Raters -se supone- humanos).
  • Google dice que castigará (y al parecer ha empezado a castigar) a los automated blog que solo generan refritos.
  • Google dice que premiará el buen contenido y los puntos de vista originales y diversos que pueden alimentar, para mayor gloria, a Gemini, la IA detrás de lo que será la nueva SERP inteligente y que dará pie al SGEO.

Google dice muchas cosas. Las está diciendo ahora mismo.

Y haciéndolas.

Con consecuencias desastrosas, como la pérdida de monetización «de 100 a 0» en marzo (algunos casos merecidos).

Pero luego veo canales de YouTube y leo blogs de SEOs que siguen ganando ingentes cantidades de dinero… haciendo trampas.

Haciendo refritos.

  • Veo que AdSense te dice que te revisan una web en 2 a 4 días pero que igual tardan 2 semanas…. pero ya no son 2, son 4.
  • Veo que Search Console deja las páginas sin rastrear o sin indexar, o que si fuerzas su indexado ni se entera que ya GoogleBot las ha rastreado.
  • Veo que Blogger (una maravillosa pero olvidadísima herramienta para crear contenido, también de Google) es como un barco a la deriva.
  • Veo que el Site Kit para WordPress te propone autogestionar la ubicación de los anuncios de AdSense, canibalizando el blog, para luego recomendarte no abusar de la presencia de anuncios.
  • Veo que Google te deja una puerta trasera para forzar la indexación, con una API de la casa, en 24 horas, algo al alcance solo de personas con determinados conocimientos técnicos.
  • Y veo que la originalidad, la curación de contenidos, la consulta de fuentes y estar dos o tres horas creando algo interesante sigue sin ser recompensado, aunque sí utilizado por Gemini, pero sin ningún retorno para el creador.

Así que sigo haciéndome la misma pregunta. Y otras nuevas. Porque tantas contradicciones son difícilmente justificables.

  • Si me gusta crear contenido y te conviene que yo cree contenido, ¿por qué me castigas con exigencias técnicas que los tramposos se acaban saltando de una manera u otra para generar mucho texto con poca sustancia?
  • Si me das una Inteligencia Artificial que cura contenido y permite acelerar mi trabajo, ¿por qué me castigas con exigencias de calidad que los tramposos se acaban saltando?
  • Si dices que quieres premiar la originalidad y la diversidad, ¿por qué todos los resultados de la SERP de una búsqueda cualquiera devuelven páginas que dicen exactamente lo mismo?

Querido Señor o Señora de Google, su empresa sigue abusando de su poder frente a pequeños creadores como yo, premiando a quien busca exprimirte encontrando resquicios técnicos frente a quien se ilusiona investigando, redactando y creando.

No me digas que quieres dar lo mejor a tus usuarios si sigues dando la peor experiencia a quien genera el contenido que consumirán esos mismos usuarios.

No me lo digas.

Porque no te voy a creer.

(Y cierto es que, por otro lado, ¿cómo va Google a ofrecer ciertos contenidos si no son demandados por quienes buscan? Si lo que se busca mayoritariamente es Messi y no Platon, eso no es algo sobre lo que Google pueda tener control ni tampoco por lo que se pueda señalar al gigante de las búsquedas.)